El Mandala tiene su origen
en la India y su nombre en sánscrito significa “círculo o rueda”, pasando a representar su
característica básica, aunque pueden ser de diferentes formas incorporando
todas las figuras geométricas.
Para los budistas, su función es la meditación. No
obstante, el proceso más importante para ellos es la “creación” de éstos por
ser un camino “recorrido” que muestra las vivencias del momento de quien lo
diseña y siendo la vía de conexión entre el hombre y la divinidad, tanto
en el proceso de creación, al tenerlo para observación o como adorno.
En clase, lo primero que hicimos para llevar a cabo esta actividad fue colorear con pintura arroz que previamente nos habíamos traído de casa. Para ello lo metíamos en unas bolsas con cierre y dentro echábamos el color que queríamos; ya que solo disponíamos de los colores primarios, el blanco y el negro, si queríamos pintar el arroz de algún color secundario como el verde, teníamos que hacer mezcla del azul y amarillo.
Una vez hecho esto nos pusimos por equipos
y cada uno debía hacer un dibujo, nosotras decidimos hacer el del yin y el yan,
ya que simbolizaba el equilibrio entre dos polos opuestos que se complementan.
Durante el desarrollo de la actividad
comprendimos la ventaja que supondría llevar el mándala al aula de educación
infantil, ya que realizarlo fomentaba nuestra concentración y por tanto
estábamos en un estado de relajación, que en los niños es muy importante
potenciar. Además esta actividad aumenta la creatividad, sus posibilidades de
creación y la habilidad psicomotriz.
Cuando finalizamos nuestro dibujo, tuvimos
que destrozarlo entre toda la clase, para enfatizar que lo importante de esta
actividad era el desarrollo de la misma, no el final o el resultado.
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